Entrevista de 2014 a don Rafael Torija en Noticias Obreras

En 2014, la publicación de HOAC Noticias Obreras publicó una entrevista a don Rafael Torija de la Fuente en la que repasa brevemente su vida. Don Rafael falleció el pasado 2 de marzo de 20198.

Recogemos aquí la entrevista íntegra. Publicada en Noticias Obreras, n.º 1557, marzo de 2014.



Rafael Torija de la Fuente nació en Noez (Toledo) el 18 de marzo de 1927. Estudió en el Seminario de Toledo y posteriormente cursó estudios de Teología y Sociología en la Pontificia Gregoriana. En 1972 fue nombrado Obispo Delegado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar y consiliario general de la Acción Católica. Fue obispo de Ciudad Real desde 1976 hasta 2003, año en el que fue sustituido por Antonio Algora. En la actualidad vive en Ciudad Real en la Residencia Sacerdotal y, aunque su estado de salud es delicado, su carácter, su humor y su espíritu siguen siendo jóvenes y vitales.
 
¿Cómo se encuentra en estos momentos, por su edad, estado físico y anímico? ¿Tiene alguna actividad pastoral?
 
Me encuentro muy a gusto con vosotros. Os agradezco vuestra atención.

Y os ruego a vosotros, y a cuantos puedan leer esta “entrevista” que no interpretéis mis palabras como un cierto recuerdo nostálgico de tiempos y personas pasados. Me ha gustado siempre, y ahora también, mirar más bien hacia el futuro, confiando siempre en la luz y en la gracia de Dios. Pero, vamos, -respondiendo a vuestra primera pregunta-  me siento bien, aceptando, desde la esperanza y con alegría, las limitaciones de mi edad y de mis enfermedades. Mi actividad pastoral, por la que me preguntáis, consiste ahora sobre todo, y casi exclusivamente, en la oración. Vivo muy de cerca  el momento y los problemas presentes de la Iglesia, diocesana  y universal, y de la sociedad, y…sobre todo REZO.

Llega al presbiterio en pleno franquismo, ¿puede hablarnos de su actividad como sacerdote en esos años? ¿Cuáles fueron sus primeros pasos en su llegada al episcopado?
 
Los años de mi vida presbiteral los viví en mi querida diócesis de origen, Toledo. Primero con  el cardenal Pla y Deniel, y luego con el cardenal Tarancón. Trabajé en diversas parroquias, con grupos de Acción Católica y de apostolado seglar, en  pueblos pequeños, en barrios de ciudades…Mi trabajo pastoral se  desarrolló sobre todo con gente joven y en barrios obreros. Viví en el llamado Poblado obrero, de la Fábrica de Toledo; di clases en la escuela de formación profesional de la Fábrica; fui  consiliario diocesano de la Joc; en contacto muy frecuente con otros consiliarios y militantes de los diversos movimientos de apostolado seglar. Algunos recuerdos son imborrables: aquel pueblo, Castilléjar, de Granada, entonces de la diócesis de Toledo; aquel Congreso general de la Joc, que se celebró aquel año en Toledo…Como obispo me estrené en Santander, siendo auxiliar de don José María Cirarda; sólo dos años, pero muy intensos, eso sí.
 
Como testigo de la evolución de la Iglesia y la sociedad durante varias etapas, ¿qué cambios más significativos destacaría?
 
Hombre, ¿en la Iglesia? Pues, ya la etapa preconciliar: fue el mismo Papa Juan XXIII quien dijo que hacía falta que aires nuevos y renovadores entraran en la Iglesia; la celebración del Concilio Vaticano II: la Iglesia como comunión, la Iglesia en el mundo, la presencia y compromiso de los cristianos sobre todos seglares en la sociedad…; el postconcilio, con su abundancia de iniciativas…¿Y en la sociedad? Pues yo creo que lo más significativo ha sido la llamada “transición” hacia formas de convivencia democrática. En general, pienso que éstos han sido, y siguen siendo, tiempos para la Iglesia de apertura, de cercanía, de compromiso en su misión de evangelizar. Hombre, a mí por lo menos me está pareciendo cada día más claro y de mayor urgencia que la Iglesia, y más en particular  el ministerio pastoral, estemos cada día más próximos, más cercanos, más comprometidos con todos, pero en primer lugar con los más desfavorecidos.
Durante su etapa como sacerdote y como obispo ha estado muy vinculado a la Acción Católica y a los movimientos especializados.

¿Nos puede decir qué le han aportado personalmente y en su ministerio pastoral?
 
Sí, Siempre lo he vivido, como presbítero y como obispo, muy de cerca. No sé si yo habré sabido aportar algo a las personas y a los movimientos con los que he trabajado, pero sí sé que ellos a mí me han ayudado mucho, muchísimo, a vivir con alegría mi ministerio pastoral. Aquellos “aprendices”, aquellos jóvenes –chicos y chicas – cómo me estimulaban, cómo me impulsaban…Creo que por ellos, y con ellos, he vivido siempre, sacerdote y obispo, con mayor intensidad y más auténtica alegría, la comunión eclesial: la Iglesia pueblo de Dios, familia con las  puertas y los brazos siempre abiertos a todos, más especialmente a los más necesitados. Cómo se  lo agradezco.

Usted conoció a Guillermo Rovirosa y a Tomás Malagón. ¿Qué destacaría de su relación con ellos y del papel que desempeñaron en la Iglesia?
 
A los dos los conocí muy de  cerca, los traté, los admiraba. Con don Tomás incluso conviví unos años en la casa del consiliario. Uno y otro, cada cual en su papel: de seglar responsable y  entregado el uno, y de consiliario entregado y consecuente con sus  propias enseñanzas el otro, son modelo de apóstoles. Ambos, por sus vidas ejemplares, por sus obras, las que escribieron y las que realizaron, son ejemplo, son imprescindibles para entender y decidirse a comprometerse en movimientos obreros cristianos.  A mí me ayudaron mucho. Los venero a los dos.

Vivió en primera persona la crisis de la Acción Católica y como obispo contribuyó a su reconstrucción. ¿Qué vivencias destacaría de ese proceso?
 
Sí, la viví muy de cerca. Creo que aquellos momentos difíciles estimularon en todos, dirigentes, militantes, consiliarios, posturas de apertura del espíritu a las nuevas exigencias del momento histórico, de mayor fidelidad en medio de las dificultades a  Jesucristo y su Evangelio, y a la Iglesia, de sincera búsqueda  por parte de todos de lo que en esos momentos el Espíritu nos pedía a todos y cada uno. Me parece que se vivía con mucha normalidad, también con exigencias, la promesa que nos tiene hecha Jesús: “Yo estoy siempre con vosotros”.

Tras la llegada del Papa Francisco, asistimos en la Iglesia a un periodo de impulso y renovación. ¿Qué gestos destacaría del nuevo Papa? ¿En qué aspectos cree que está sintonizando con los problemas de los hombres y mujeres de hoy? ¿Qué expectativas, a su juicio, se abren a la Iglesia?
 
Los “gestos”, tantos, en el todavía  breve pontificado del Papa Francisco expresan clara y vigorosamente los rasgos fundamentales de su vida y de su ministerio. Son evidentes: a) su claro, límpido, sentido evangélico: hay que pensar y obrar en todas las cosas como Cristo, ser su reflejo, su imagen; b) su sencillez al hablar, al actuar, al acercarse tanto a la gente sobre todo a los más débiles y necesitados; c) su sinceridad, se percibe fácilmente que dice y hace lo que cree, lo que vive; d) su ejemplo para todos, de cristiano y de pastor. Creo, y lo expreso con mucha alegría, que las expectativas para la vida y la acción pastoral de la Iglesia con este Papa son muy esperanzadoras. El Espíritu le ayudará en llevarlas a cabo; Dios quiera que nosotros también le ayudemos.

¿Qué nos pediría al Apostolado Seglar, a la Acción Católica y a los movimientos obreros sobre nuestra presencia en la Iglesia y en el mundo?
 
Pues sencillamente, que seáis, con la ayuda de Dios y estimulados por  el ejemplo de cuantos os han precedido, seglares y sacerdotes, fieles a la vocación que habéis recibido: ser cristianos, es decir, de Cristo: le pertenecéis, le conocéis, le amáis, le seguís, os sabéis enviados a ser apóstoles suyos, sus testigos, no solo con la palabra, sino también con vuestro “compromiso” en medio de la sociedad, es decir, consecuentes con las exigencias de vuestra fe, presentes y activos en la vida de cada día, entregados al servicio generoso, desinteresado, a los hermanos, llenos de valentía, es decir de confianza en Jesucristo. Al fin y al cabo es Él quien os envía. Es a Él a quien seguís, amáis y servís en las personas de los otros, sobre todo los más pobres.

Publicada en Noticias Obreras, n.º 1557, marzo de 2014.